Somatización: cuando las emociones no atendidas se expresan a través del cuerpo

Todos conocemos a alguien a quien en alguna ocasión el médico le ha dicho que lo que le pasa “es psicológico”, “es de origen nervioso” o “que no tiene causa orgánica asociada”.

Es cierto que en muchas ocasiones detectar el origen de un mal físico conlleva un trabajo de investigación largo y costoso y no necesariamente quiere decir que no haya un motivo orgánico detrás de esa afectación. Sin embargo, en otras, esas molestias que expresa nuestro cuerpo no tienen un origen detectable por los médicos. 

Es en ese momento cuando toca observar nuestro mundo interno: ¿Qué me puede estar pasando entonces? 

La palabra “somatización” se compone de la raíz griega soma que significa “cuerpo” e izein que significa “convertir en”, significando literalmente según la RAE “convertir los trastornos psíquicos en síntomas orgánicos y funcionales”.

No obstante, en mi experiencia profesional como psicóloga y amante de la unión del cuerpo y mente puedo asegurar que no hace falta estar sufriendo un trastorno mental para que nuestro cuerpo nos hable o en ocasiones nos grite a través del dolor.

En las vías que tiene nuestro cerebro para procesar las emociones, la emoción es procesada antes en aquellas zonas relacionadas con el cuerpo (zonas subcorticales) que las que nos hacen ser conscientes de que estamos sintiendo una emoción (zonas corticales), siendo la corteza cingulada la que traslada la información inconsciente a consciente. Resume Nazareth Castellanos que “el cuerpo sabe lo que la mente todavía no se ha dado cuenta”.

Y es que, cuando nos impedimos conectar con la incomodidad que generan algunas emociones, comenzamos a usar estrategias que nos llevan a anestesiarnos para no sufrir. Eso a corto plazo puede ser una herramienta que en un primer momento nos ayude a sobrellevar alguna situación dolorosa, pero a largo plazo puede convertirse en nuestro peor enemigo.

Cuando no atendemos las emociones, cuando nos anestesiamos para no sufrir, cuando no observamos la forma que tiene el cuerpo de expresar nuestro enfado, miedo, tristeza… entonces empezamos a olvidarnos de nosotros mismos y son las emociones las que empiezan a ejercer el control.

Mi miedo, mi tristeza, mi enfado… ya no me hablan, ahora intentan que me dé cuenta de que algo está pasando subiendo el volumen a través del cuerpo. 

Dolor de estómago, dolor de cabeza, molestias cervicales, creencias relacionadas con estar padeciendo alguna enfermedad grave, falta de energía, disfunciones sexuales, insomnio…

Todos estos son algunos de los ejemplos más conocidos, pero existen tantos como personas hay en este mundo.

¿Qué puedo hacer entonces para conectar mejor las emociones al cuerpo? 

  • Haz un pequeño esfuerzo e intenta preguntarte al menos una vez al día ¿qué estoy sintiendo? Ponle nombre, no te quedes en el bien o el mal, matiza, asocia un color, dale forma y ubícalo en tu cuerpo: ¿es estático o está en movimiento? ¿lo sientes frío o caliente? ¿molesta o es agradable? Permite a esa emoción que esté contigo y no busques apartarla o evitarla, simplemente siéntela, si aparece alguna reacción deja que esta salga: llora, grita o ríe si lo necesitas. 
  • Expresa con otros lo que estás sintiendo. Dar voz a nuestros pensamientos nos permite procesarlos en un nivel superior, escribirlo también puede ayudarte.
  • Practica la propiocepción. Cuando te muevas o hagas deporte, atiende mentalmente a los movimientos más sutiles de tu cuerpo, esto te ayudará a adquirir mayor capacidad para detectar los cambios de tu cuerpo cuando estás sintiendo una emoción.
  • Obsérvate en distintos momentos del día ¿a qué ritmo vas? ¿Cuál es tu postura corporal? ¿cómo te diriges a los demás? Todo esto te dará pistas de cómo te estás relacionando con el mundo y si hay algo que te pueda estar afectando.
  • Mímate mucho y trátate con cariño, exigirte, juzgarte o castigarte no te hará sentir mejor.

REFERENCIAS:

  • Castellanos, N. (2022). Neurociencia del cuerpo. Kairós
  • González, A. (2020). Lo bueno de tener un mal día. Planeta
  • El cuerpo lleva la cuenta – Bessel Van Der Kolk, M. D. → Van Der Kolk, B. M. D. (2014). El cuerpo lleva la cuenta. Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Eleftheria
  • El trauma y el cuerpo: un modelo sensoriomotriz de psicoterapia →