La tecnología y las redes sociales han trasformado la forma en que interactuamos y manejamos nuestras propias emociones. Por esto, quiero ofrecer una perspectiva sobre como equilibrar nuestra vida digital y emocional.
Como ya sabemos, las redes sociales han revolucionado la forma en la que interactuamos e intercambiamos información. Sin embargo, también han introducido nuevos retos para la salud mental. La constante exposición a imágenes idealizadas y “vidas perfectas” puede tener un impacto muy significativo en la autoestima y la capacidad de manejar el estrés. La investigación de Perloff (2014) indica que la exposición a imágenes tan idealizadas en plataformas como “Instagram” puede afectar negativamente a la autoestima y aumentar la ansiedad e insatisfacción corporal, debido al fomento de comparaciones tan poco realistas. Las personas tendemos a compararnos con las versiones idealizadas de la vida de los demás, lo que puede desencadenar en sentimientos de inadecuación y estrés.
Las redes sociales proporcionan un feedback inmediato en forma de “me gusta”, comentarios o reacciones, lo que puede crear cierta dependencia emocional. Un claro ejemplo; si una chica de 20 años (que normalmente le comentan en todas sus fotos lo guapa que está) decide colgar una foto en Instagram, la cual, a las tres horas, no ha recibido ningún “me gusta”, ni un solo comentario, hay una alta probabilidad de que presente en ese mismo momento síntomas de ansiedad. Un estudio de Tandoc et al (2015) encontró que el uso excesivo de las redes está asociado a un aumento de sentimientos de ansiedad y depresión, debido en gran parte a la presión de recibir constantemente retroalimentación positiva.
Quiero destacar aquí, la paradoja de la conectividad que vendría a expresar que, debido a los avances tecnológicos, estamos más conectados que nunca, mientras que muchos individuos experimentan una sensación de soledad y aislamiento. Un estudio de Primack et al. (2017) revela que el uso de redes sociales en forma de comunicación con otrxs está asociado a mayores niveles de soledad y ansiedad en comparación con otras formas de interacción social más tradicionales. Esto se debe a que muchas personas quedan “enganchadas” a esas redes sociales, y dejan de lado sin darse cuenta, la interacción o contacto físico. Si esto se mantiene en el tiempo, puede desembocar en síntomas de ansiedad, depresión o incluso ansiedad social causada por haber estado tanto tiempo apartado del contacto físico con otras personas.
Me gustaría dejaros distintos recursos que pueden servir de ayuda en el manejo de estrés y ansiedad en este nuevo “mundo digital”:
- Establecer límites digitales
Para combatir la sobrecarga de información que nos proporcionan los dispositivos digitales, es fundamental establecer limites en su uso. Los expertos suelen recomendar la creación de periodos sin tecnología, especialmente antes de acostarse, con el objetivo de que nuestro cerebro se relaje y prepare para el sueño (Huang et al., 2022).
- Fomentar el Mindfulness.
Integrar practicas de Mindfulness en nuestra rutina diaria puede ayudar a manejar el estrés causado por la tecnología. Las aplicaciones de meditación son una herramienta muy útil que ha venido de la mano de estos avances tecnológicos, siempre que se utilicen de manera consciente y no se sobreutilicen convirtiéndose en una fuente adicional de estrés (Goyal et al., 2014).
- Promover conexiones significativas (Offline)
Es muy importante crear y mantener relaciones significativas fuera del entorno digital. Participar en actividades sociales con personas físicamente presentes puede ayudar a reducir la sensación de aislamiento y proporcionar un apoyo emocional más sólido. (Cacioppo et al., 2018).
Algo que podemos destacar como positivo es, que gracias a esta tecnología han aparecido las terapias online, que son muy adecuadas para personas que tienen movilidad reducida o para personas que no tienen tiempo de acudir a una consulta.
Como conclusión, quiero recordar que la tecnología ofrece muchas ventajas, pero también presenta retos nuevos para nuestra salud mental. Al comprender cómo estas herramientas innovadoras afectan a nuestra capacidad de afrontar el estrés y la ansiedad, podemos tomar medidas para usar esto de una manera consciente y equilibrada. Implementar estrategias para gestionar el uso de la tecnología y fomentar a su vez las conexiones humanas genuinas puede ayudar a reducir los efectos negativos y promover un bienestar general de las personas.
María del Carmen Peña Iglesias
Alumna de prácticas del Máster Universitario Psicología General Sanitaria de la Universidad Internacional de la Rioja, Unir.
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Referencias bibliográficas.
Cacioppo, J. T., Cacioppo, S., & Boomsma, D. I. (2018). Long-term loneliness and health outcomes: A meta-analysis of longitudinal studies. Perspectives on Psychological Science, 13(2), 207-222. https://doi.org/10.1177/1745691617753016
Goyal, M., Singh, S., Sibinga, E. M., Gould, N. F., Rowland-Seymour, A., & Sharma, R. (2014). Meditation programs for psychological stress and well-being: A systematic review and meta-analysis. JAMA Internal Medicine, 174(3), 357-368. https://doi.org/10.1001/jamainternmed.2013.13018
Huang, Y., Li, C., & Li, J. (2022). The impact of screen time on sleep quality and mental health: A review. Journal of Clinical Sleep Medicine, 18(4), 1001-1012. https://doi.org/10.5664/jcsm.9995
Perloff, R. M. (2014). Social media effects on young women’s body image concerns: Theoretical perspectives and an agenda for research. Sociology Compass, 8(1), 1-21. https://doi.org/10.1111/soc4.12100
Primack, B. A., Shensa, A., Sidani, J. L., Radovic, A., & Rosen, D. (2017). Social media use and perceived social isolation among young adults in the U.S. Social Science & Medicine, 92, 48-58. https://doi.org/10.1016/j.socscimed.2013.12.030
Tandoc, E. C., Jr., Ferrucci, P., & Duffy, M. (2015). Facebook use, envy, and depression among college students: Is Facebooking depressing? Sociological Inquiry, 85(1), 56-72. https://doi.org/10.1111/soin.12097