Por qué no ser un pa/madre perfectx

Este post también lo podría haber llamado: LO COJONUDO DE NO SER UN PA/MADRE PERFECTX. Pero no me parecía un titular políticamente correcto.

Escribo estas líneas porque últimamente en la consulta y a mi alrededor, me encuentro con muchas exigencias acerca de la ma/paternidad.

A veces siento que estamos pasando de un extremo al otro. Del “no se entera de nada”, “no le pasa nada”, “a los niños no les duele nada”, “es una tontería”, al “no puedo decir la palabra “cuidado” porque tal libro me dice que no lo diga”, “no puedo expresar mi enfado cuando estoy muy molesta” o “tiene que comer todo súper saludable y sano”, por poner algunos ejemplos.

Me gusta pensar que, poco a poco, terminaremos en un punto intermedio, que es el que nos termina ayudando y que esto es parte del proceso de humanizar a nuestros hijxs.

Pero a veces siento que nos hemos olvidado de humanizarnos a nosotrxs como pa/madres.

No me malinterpretéis, no es que no quiera que nuestrxs hijxs coman sano, o que los pa/madres intenten ser lo más respetuosos con sus pequeñxs…. Si no que me preocupa que esto se haga de forma disociada, que no se haga desde la espontaneidad o se realice de una forma rígida e hiperexigente que no dé cabida a ser humanos antes que pa/madres.

Entiendo que esta hiperexigencia a hacerlo todo perfecto, viene de querer hacerlo mejor, de poder dar lo mejor de nosotrxs a nuestrxs hijxs, de aplicar todos los conocimientos que tenemos a nuestra disposición para que nuestrxs retoños se sientan a gusto, segurxs, confiadxs, felices… De poder modificar algunos patrones que vivimos en nuestra infancia y que nos hicieron sentir poco vistos, inseguros… que nos provocaron malestar.

Pero si nos olvidamos de nosotrxs en este proceso, podemos caer en otro extremo, y esto nos hace daño a nosotrxs y a ellxs.

Y es que nuestrxs hijxs necesitan a unos progenitores presentes, conscientes, pero sobretodo unos pa/madres auténticos. Que sean suficientemente buenos, no que sean perfectos. Que eso no existe, y ¡menos mal!

En las relaciones humanas son inevitables los malentendidos, los errores o las malinterpretaciones. Nuestra capacidad de mentalización es frágil, sobre todo cuando estamos muy activados emocionalmente o bajo presión. La familia, en sus distintas etapas, es el entorno donde las relaciones se vuelven más intensas, y, por tanto, donde diariamente perdemos de forma fácil la capacidad de tenernos en cuenta a desde fuera (qué pueden estar viviendo nuestros hijxs) y a nuestrxs hijxs desde dentro (qué pueden estar sintiendo, pensando, interpretando…. Qué les puede estar pasando).

“Tronick (2007) señalaba que “la mala comunicación y los “embrollos” están en el centro del desarrollo del self y de la autorregulación. La mala comunicación genera una emoción negativa, pero, cuando se solucionan los errores interactivos, el sentimiento negativo es sustituido por uno positivo tanto en el niño como en la madre” (N. Midgley, K. Ensink, K. Lindqvist, N. Malberg, N. Muller. 2019).

¿Y no os sentís vosotrxs mejor cuando alguien es capaz de reconocer un error? ¿O de teneros en cuenta? La rigidez con la alimentación, con las pautas educativas, con el lenguaje que utilizamos con nuestros hijxs no nos permite SER, la hiperexigencia a actuar como “x” libro o “x” psicólogx de Instagram habla, o predica, no nos hace mejores progenitores.

A veces nos culpabilizamos mucho por nuestrxs errores o nos horroriza tanto una parte de nosotrxs, que dejamos de ser nosotrxs mismxs. Terminamos siendo una especie de máscaras haciendo y diciendo lo que se supone que tenemos que hacer, o lo que otros dicen que tenemos que hacer. Y nos deshumanizamos. Lo que nos daña como familia.

Está bien poder leer para replantearnos nuestros constructos, para pensar y repensar sobre nuestrxs hjxs y sobre la interacción con ellxs, para poder aprender y reaprender…. Pero si lo que realizo no lo hago desde una parte integrada de mí, sino porque para los demás es importante, porque otros lo dicen o porque otros lo creen, no vamos a poder transmitir lo que queremos transmitir, vamos a transmitir vacío. Y esto no llega igual.

Me parece importante observar DESDE DÓNDE hacemos lo que hacemos. Con qué intención, qué queremos transmitir, valorar qué es lo que termino transmitiendo al otro, qué es lo verdaderamente importante para mí como persona, como madre/padre.

Observar si estoy en SINTONÍA con lo que mi hijx necesita, si le entiendo. Si soy capaz de verle más allá del momento complicado. Si soy capaz de ponerme en su situación con sus capacidades, con su nivel de desarrollo, con su forma de ser.

Otro aspecto clave a observar es CÓMO me trato a mi mismx. Nuestrxs hijxs nos observan todo el tiempo: cómo les tratamos o cómo tratamos a otras personas es fundamental, pero el trato hacia uno mismo es clave. Si todo el rato me trato con hiperexigencia, si quiero hacerlo todo perfecto porque si no, me frustro o me mal trato, si me impongo realizar patrones que no están en mi registro, nuestrxs hijxs lo van a notar y a aprender.

Observar si estoy REGULADO emocionalmente y CONECTADO con mis valores, con mi forma de ser y actuar.

Es muy difícil ser pa/madre, pero también es algo precioso que nos anima a poder querernos mejor, a poder sanar nuestras heridas para poder relacionarnos sanamente con nosotrxs mismxs para, desde ahí, mejorar como persona. O al menos, mejorar esa parte.

Cuidarnos en el error, aprender de ellos, replantearnos nuestros valores, nuestros pensamientos… Querernos con nuestras incongruencias, con nuestros defectos, mientras aprendemos a mejorarlos, es necesario. Dejarnos guiar por nuestro sentido común, escuchando y aprendiendo, pero siendo congruentes con lo que sabemos y podemos ofrecer, es importante.

Porque está bien querer hacerlo genial para nuestrxs pequeñxs, pero si nos olvidamos de querer cuidarnos bien a nosotrxs mismxs, no funciona, ni llega igual. Nuestrxs hijxs nos necesitan con errores, porque esto es inherente a nuestra especie. Y porque esto nos hace personas.  

Porque es cojonudo no ser un pa/madre perfecto.

_______________________________________________________________

REFERENCIAS:

  • Laurence Heller, PhD y Aline LaPierre, PsyD (2017). Curar el trauma del desarrollo. El método Relacional Neuroafectivo (NARM TM) para restablecer la conexión. Elefheria, S.L.
  • N. Midgley, K. Ensink, K. Lindqvist, N. Malberg, N. Muller (2019). Tratamiento basado en la mentalización para niños: un abordaje de tiempo limitado. Desclee de Brouwer SA, Bilbao.
  • Tsabary, S. (2019). Padres conscientes. Educar para crecer. Penguin Random House Grupo Editorial.
  • Tronick, E. (20017). The neurobehavioral and social-emocotional development of infants and children. New York, NY: Norton.