Las adicciones sin sustancias son aquellas conductas que, aunque en sí mismas no tienen por qué ser dañinas, se van convirtiendo en perjudiciales a medida que la persona no puede dejar de repetirlas, a pesar de las consecuencias negativas que afectan a distintos niveles y contextos: personales, familiares, sociales, escolares, laborales, de ocio…
Nos referimos a la dependencia de las redes sociales, los juegos online o los videojuegos, el uso compulsivo de internet o del móvil, problemas con el juego presencial, adicción a las compras, al sexo e incluso a las relaciones de pareja.
Muchas personas juegan a videojuegos o utilizan las redes sociales por entretenimiento y placer, porque está de moda o por curiosidad. Otras usan el móvil y las nuevas tecnologías para socializar, ser visibles y reafirmar la propia identidad, para estar informado/a… En ciertos casos utilizamos estos recursos para sobrellevar momentos complicados.
El problema aparece cuando estos comportamientos ocupan gran parte de nuestro tiempo, los sentimos como una necesidad, nos aíslan de nuestros seres queridos, tenemos ansiedad si no los realizamos o si tardamos en hacerlo, nos generan una gran frustración y un enfado intenso y, a causa de todo ello, dejamos de lado nuestras obligaciones y quehaceres habituales.
Las consecuencias pueden ser graves para la persona que lo sufre y su familia.
Los conflictos familiares son habituales: pueden producirse grandes pérdidas de dinero, tiempo u otros recursos, agravándose así la convivencia.
La persona con este problema puede no ser consciente de ello en un primer momento, ya que disfruta a corto plazo de los beneficios de la gratificación inmediata, sin reparar en las consecuencias negativas a medio y largo plazo.
Luga tiene profesionales muy cualificados en esta área. Orientamos y adaptamos el tratamiento a cada persona y familia. Buscamos que todos los miembros se sientan atendidos y escuchados para, desde ahí, partir de los factores de protección de cada familia para entender las raíces del problema, los intentos de solución fallidos y remar juntos hacia nuevas formas de relación con el comportamiento adictivo, con los miembros de la familia y con uno/a mismo/a.
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