Autocuidado amable, ¿para qué me sirve?

A menudo me encuentro en consulta multitud de personas que demandan objetivos terapéuticos tales como: “eliminar mi ansiedad”, “sentirme bien”, “tener energía para conseguir X”…

Cuando esto ocurre rápidamente se activa algo en mi que me lleva a pensar que detrás de dichos objetivos hay cierto grado de autoexigencia y necesidad de control.

Y lo más importante, ¿Qué no se está pudiendo permitir esta persona que tengo delante para poder cuidarse bien?

El autocuidado no consiste en ir tachando de la lista de cosas pendientes. Así que no, no voy a darte esos “tips” para que aprendas a cuidarte. Cuidarse va mucho más allá de hacer siempre todo lo que teóricamente me debería venir bien como ir al gimnasio X veces por semana, alimentarme siempre bien, dormir obligatoriamente 8h, hacer mi trabajo siempre bien sin cometer errores…

Si nos movemos desde la imposición, la obligación y la rigidez, lo que en realidad estamos haciendo es llevar a nuestro sistema nervioso a un estado de alerta e hipervigilancia que nos impide mantenernos regulados en estados de calma y tranquilidad.

¿Cómo voy a cuidarme si para hacerlo necesito estar en alerta constante? Esto es fisiológicamente imposible. Si mi sistema nervioso está hiperactivado, es decir, en “modo lucha o huída”, mis necesidades empiezan por hacerlo consciente y permitirme frenar.  (Odgen et. al., 2009) La hiperexigencia nos mantiene en esa alerta e hiperactivación y por lo tanto deja poco espacio para la calma, la seguridad y la conexión con el entorno.  

Neff (2012) define que la autocompasión implica una mirada cálida y comprensiva hacia uno mismo en vez de recurrir a la crítica cuando sufrimos o sentimos que nos equivocamos. Además, esta autora (Neff, K., 2003b) destaca tres componentes clave de la autocompasión: Bondad con uno mismo (self-kindness), es decir, tratarnos hacia nosotrxs mismxs con compresión y amabilidad en vez de hacerlo desde el juicio o la autocrítica; Humanidad compartida (common humanity), reconocer que el resto de personas también transitan sufrimientos muy similares a los nuestros y por último, atención plena (mindfulness), la capacidad de darnos cuenta y atender y aceptar aquello que ocurre en el momento presente.

Es desde esa actitud compasiva hacia nosotrxs mismxs, donde empieza el verdadero autocuidado. Desde ahí podemos empezar a observar, atender las señales corporales que me alertan de que hay algo que quizá deba atender para, momento a momento, darme lo que necesito.

Cuidarnos implica esas actitudes que conforman la autocompasión, dejar a un lado la exigencia y las imposiciones desde el “tengo que”. Porque si algo que me ayuda a cuidarme lo vivo como una imposición, llegará un momento en el que mi mente y mi cuerpo se revelen y me obliguen a parar para cuidarme desde otro lugar más amable.

_____________________________________________________________________________

Referencias:

Neff, K. (2003b). Self-Compassion: An Alternative Conceptualization of a Healthy Attitude toward Oneself. Self and Identity, 2(2), 85-101.

Neff, K. (2012). The Science of self-compassion. In C. G. R. Siegel (Ed.), Compassion and Wisdom in Psychotherapy. New York: Guilford Press.

Ogden, P., Minton, K., y Pain, C. (2009). El trauma y el cuerpo. Un modelo sensoriomotriz de psicoterapia. Bilbao: Desclée de Brouwer