Detrás de quien sufre un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), hay una persona con un gran sufrimiento emocional. En muchas ocasiones, la forma en que la persona se enfrenta a ese sufrimiento es a través de una mala relación con la comida y con uno/a mismo/a.
La persona con un trastorno de la alimentación puede tener una relación complicada con la propia imagen corporal, puede no saber o no poder aceptarse, o puede no sentirse aceptada… El sufrimiento que siente puede estar lleno de muchas, intensas y desbordantes emociones o de un inmenso vacío; puede tener que ver con sentir control a través de la comida o del propio cuerpo…
Sufrir un TCA suele afectar a distintas esferas de la vida, y provoca daños a largo plazo en la salud mental, física y social. Es entonces cuando puede aparecer un aislamiento social y afectivo, y se muestran limitaciones para hacer vida normal.
Dependiendo de cómo la persona maneje estos sentimientos, sufrirá un trastorno de alimentación u otro.
Anorexia nerviosa: miedo a engordar
Hablamos de anorexia nerviosa cuando la persona tiene un miedo intenso a engordar. Restringe la comida y tiene comportamientos que evitan engordar, llegando a tener un bajo peso y una imagen corporal distorsionada.
Con frecuencia, la persona focaliza su atención en su cuerpo y en la comida. Y puede llegar a no ser consciente de su delgadez, sobreestimando su cuerpo o una parte de él.
Bulimia nerviosa: impulsividad
La persona con bulimia nerviosa muestra impulsividad o descontrol, que le llevan a tener atracones de comida. Estos se compensan con conductas para intentar no engordar como vómitos, laxantes o un ejercicio físico excesivo.
La preocupación por la propia imagen corporal, o por intentar dejar de sentir emociones intensas o situaciones incómodas, empuja a estas personas a utilizar la comida de una forma dañina.
Trastorno por atracón: comer de forma compulsiva
La persona con un trastorno por atracón ingiere, de manera recurrente, grandes cantidades de comida de forma compulsiva, en poco tiempo y con la sensación de no poder controlarlo.
Aunque la persona no hace conductas para compensar, después de haber comido se suele sentir a disgusto consigo misma, triste, culpable y avergonzada al recordar esa gran cantidad de comida ingerida.
Hambre emocional: la comida como ansiolítico
El comer o el hambre emocional tiene que ver con ingerir grandes cantidades de comida como si fuera un ansiolítico. La persona utiliza la comida para sentirse más tranquila, para poder gestionar la ansiedad, la frustración, la tristeza, la soledad o el aburrimiento.
El problema con este comportamiento aparece cuando no lo controlamos y nos sentimos culpables y angustiados/as después de comer aquello que pensábamos que nos iba a hacer sentir mejor, sumándose esto al sentimiento que teníamos antes de recurrir a la comida.
El tratamiento de los trastornos de la alimentación no se limita a la recuperación de un peso saludable o a re-aprender a gestionar la alimentación, o la propia imagen corporal. Valoramos de forma integral el problema y los factores que lo mantienen para recuperar tu bienestar integral.
En algunos casos, implicamos a la familia desde el inicio del tratamiento, ya que el trastorno alimentario se detecta, se sufre y se manifiesta en el hogar.